Puigdemont en el laberinto: entre el trumpismo y las contradicciones
Junts enfrenta una crisis de identidad marcada por la presión del ascenso de la ultraderecha soberanista, contradicciones estratégicas y la necesidad de redefinir su papel
El movimiento independentista catalán se encuentra en un momento de inflexión, y Junts per Catalunya, uno de sus principales referentes, es el espejo más claro de esta incertidumbre. La formación que lidera Carles Puigdemont enfrenta un escenario complejo, donde la pérdida de apoyo popular y de poder institucional, sumado a la irrupción de la ultraderecha soberanista de Aliança Catalana plantean interrogantes sobre su futuro.
En este contexto, Junts y Puigdemont parecen estar buscando un nuevo rumbo. Sin embargo, las decisiones recientes muestran una estrategia que oscila entre una mayor derechización y la adaptación a un entorno político cada vez más polarizado. Una de las principales señales de esta deriva es el giro hacia un tono más confrontativo, una respuesta directa a la creciente influencia del partido de extrema derecha encabezado por Sílvia Orriols.
La sombra de Aliança Catalana
El ascenso de Aliança Catalana representa una amenaza para Junts que trasciende lo electoral. Esta fuerza, con un discurso abiertamente xenófobo y polarizador, ha sabido capitalizar el descontento de una parte del independentismo más radicalizado y escorado a la derecha. La ultraderecha soberanista se presenta como un refugio para aquellos que ven en las formaciones tradicionales un exceso de pragmatismo y una falta de compromiso con los ideales más maximalistas tras el fracaso del proceso independentista.
En este clima, Puigdemont y su entorno han endurecido su retórica y buscado protagonismo en la política estatal para intentar eclipsar a ERC, su otro competidor dentro del independentismo. Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos: al moverse hacia una posición más agresiva, Junts corre el peligro de diluir su identidad política y ceder terreno en el espectro moderado.
Ripoll, epicentro de la ultraderecha catalana
El municipio de Ripoll, con Orriols al frente de su Alcaldía, se ha convertido en un símbolo de las fracturas internas del independentismo. Orriols perdió recientemente una cuestión de confianza tras no obtener el respaldo necesario para aprobar los presupuestos municipales, un golpe que la oposición en el pleno (incluyendo a Junts) aprovechó para ponerla contra las cuerdas.
La situación en Ripoll refleja cómo la ultraderecha catalana, liderada por Aliança Catalana, está desafiando a las fuerzas tradicionales del independentismo. Si bien Junts ha intentado marcar distancias con Orriols en el ámbito municipal, su estrategia está muy condicionada por esta formación emergente.
El dilema en el Congreso de los Diputados
En el ámbito estatal, Junts ha tomado decisiones que han sorprendido incluso a sus propios simpatizantes. Su reciente voto en contra del decreto Ómnibus del Gobierno progresista, una medida que incluía propuestas clave como la actualización de pensiones y ayudas al transporte público, marcó un punto de inflexión. Al alinearse con el Partido Popular y Vox en esta votación, Junts no solo reforzó su perfil derechista, sino que también abrió interrogantes sobre la coherencia de su posicionamiento político en el plano territorial.
Esta decisión, que buscaba probablemente reafirmar su autonomía frente a los socios parlamentarios del Gobierno central, se produce en un momento en el que Junts parece estar intentando reforzar su discurso más beligerante.
Crisis de identidad y necesidad de redefinición
El escenario actual obliga a Junts a enfrentarse a su propia crisis de identidad. Por un lado, busca diferenciarse de Aliança Catalana y mantener su posición como fuerza central del independentismo catalán frente a ERC. Por otro, el miedo a perder terreno frente a los discursos más radicales está llevando al partido a adoptar posturas que, a medio plazo, podrían erosionar su base electoral.
El caso Ripoll y su actuación en el Congreso no son fenómenos aislados, sino síntomas de un partido que lucha por encontrar un equilibrio en un contexto multipartidista de fragmentación. Mientras tanto, el independentismo en su conjunto enfrenta un declive que los últimos estudios de opinión confirman: la independencia ha perdido apoyos significativos, y las opciones de diálogo y convivencia dentro de España ganan cada vez más peso entre la ciudadanía.
¿Qué futuro espera a Junts?
El reto para Junts es doble. En primer lugar, debe decidir si continuará buscando el respaldo de los votantes más radicales, adoptando un discurso que compita con Aliança Catalana, o si intentará recuperar su papel de fuerza moderada y pragmática, senda en la que se encuentra su otro competidor, ERC. En segundo lugar, deberá articular un proyecto político que no solo aspire a la independencia, sino que también ofrezca respuestas a las preocupaciones sociales y económicas de los catalanes desde el prisma conservador.
El desenlace de este proceso definirá no solo el futuro de Junts, sino también el del independentismo en su conjunto. La tentación trumpista puede ofrecer resultados inmediatos, pero a un costo político y social difícil de prever. ¿Podrá Puigdemont liderar esta transición, o su partido seguirá atrapado entre el desgaste y la radicalización? Lo que está en juego no es solo la relevancia de Junts, sino el futuro del proyecto soberanista en una Catalunya cada vez más fragmentada.