Sánchez pasa al ataque ante el inicio del curso político
Los recientes movimientos del presidente del Gobierno le colocan a la ofensiva ante una derecha que mantiene la misma hoja de ruta en su intento de desgaste
Como buen jugador de baloncesto, Sánchez ha cogido el rebote de un mal tiro que se va al tablero y ha salido con velocidad y ritmo hacia la canasta rival en este inicio del nuevo curso político. Si algo ha caracterizado su liderazgo desde que renació de las cenizas del fatídico y célebre Comité Federal de octubre de 2016 ha sido cierta osadía acompañada de movimientos imprevisibles y esto, cuando la mayoría de tus adversarios hacen movimientos conservadores y sin riesgo, es una virtud.
La velocidad del juego. En la serie ‘Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers’ (2022), que relata los años dorados del equipo angelino durante la década de los 80, se muestra cómo la llegada del entrenador Jack McKinney fue un impulso a la forma de jugar de un equipo al que no le faltaba talento, pero sí velocidad en el juego. Esta ha sido la clave en estos días: otorgar ritmo a una política que se despereza con el inicio del curso político.
Un impulso marcado por el control de los tiempos, tanto en las instituciones como en el partido. La salida del ejecutivo de José Luis Escrivá y su nombramiento como nuevo gobernador del Banco de España ha dibujado el ruido de la primera semana de septiembre ante la falta de acuerdo con el PP, que rompe la estética de la regla no escrita de consensuar este nombramiento entre Gobierno y oposición. La otra cara de la misma moneda, son los socios de Sánchez avalando esta designación.
Por su parte, Óscar López deja de ser jefe de Gabinete del presidente del Gobierno y se convertirá en el nuevo ministro de Transformación Digital y Función Pública al sustituir a Escrivá. Al cambio de Escrivá y López se añade el nombramiento de un nuevo jefe de Gabinete, Diego Rubio, que ocupará un puesto clave en la estructura de La Moncloa.
Este cambio es significativo, porque el perfil de Rubio es el contrapuesto al de López, pero también difiere bastante de Iván Redondo, el anterior jefe de Gabinete. Si López es un hombre de partido y Redondo un gurú de la comunicación, Rubio se ha caracterizado por un perfil académico (licenciado en Historia por la Universitat Autònoma de Barcelona, con estudios en la Sorbona y doctorado por la Universidad de Oxford). Una persona de máxima confianza de Sánchez y que hasta ahora ejercía como secretario general de Políticas Públicas, Asuntos Europeos y Prospectiva Estratégica de la Presidencia del Gobierno (cargo creado a finales de 2023). El cambio también tiene otro componente igualmente significativo. Es un hombre nacido en los años 80. Un cambio que refleja como una generación comienza a llegar a la cúspide del Estado.
Los cambios en el equipo y el nombramiento de Escrivá como gobernador del Banco de España se suman al desbloqueó del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que además acaba de elegir a la progresista Isabel Perelló como nueva presidenta.
A las novedades institucionales se añaden las orgánicas. Sánchez y la dirección federal del PSOE han convocado el XXXXI Congreso Federal para finales de noviembre en Sevilla. Un cónclave que servirá para renovar a la dirección del partido pero, sobre todo, para iniciar una renovación territorial que buscará estar acompañada de un alineamiento discursivo tras el debate fiscal en torno a Cataluña.
Con el equipo renovado, el poder judicial desbloqueado, también con Salvador Illa investido como presidente de la Generalitat de Cataluña, y con el partido camino de sus congresos Federal y territoriales, Sánchez se prepara para jugar al ataque ante la incertidumbre de lo que pueda pasar con los Presupuestos Generales del próximo año. Mientras, Sumar, sus socios de gobierno, oscila en torno al 6% de estimación de voto en los últimos sondeos publicados, con todo lo que esto conlleva. En este contexto, el objetivo es también asegurarse la hegemonía en la izquierda ante una derecha fragmentada en tres formaciones.