🏛️ Sumar y Podemos: incentivos para el desacuerdo
La interpretación que hagan de sus propias circunstancias en los próximos meses, especialmente, tras el 28M, será decisiva para saber cómo la izquierda española afronta las próximas generales.
La presentación de la candidatura de Yolanda Díaz a la Presidencia del Gobierno a través de la nueva plataforma Sumar ha estado marcada por la ausencia de Podemos y el apoyo explícito, entre otros, de IU, Más País/Más Madrid, En Comú Podem, Compromís y CHA. La lectura mayoritaria de la situación actual de este espacio político invita a presuponer que los diferentes actores implicados tienen más interés en una candidatura conjunta que incluya a Podemos que en dos listas distintas que enfrenten a Sumar con la formación morada. La cuestión es que llegados a este punto, los incentivos para ir separados pueden ser mayores o, al menos, percibidos como tal.
Los desencuentros entre la dirección federal de Podemos y la actual vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo parecen haber llegado a un punto de difícil retorno. Superado el lanzamiento oficial de su candidatura, la coyuntura electoral de mayo con comicios municipales y autonómicos impide que en las próximas semanas haya margen para recomponer la situación y acercar posturas. Además, el cruce de mensajes y acusaciones están construyendo un relato de culpas más que de bases para el acuerdo.
La primera circunstancia apuntada evidencia que las diferentes fuerzas políticas, especialmente, IU, Más Madrid, Compromís y En Comú Podem han articulado una gran influencia en la plataforma Sumar, lo que puede añadir una dificultad mayor al encaje de Podemos en la misma. Esto último se entiende al considerar que estas formaciones no van a tener estímulos suficientes para ceder espacio decisorio a Podemos, menos aún en los términos o con el peso que este considera que le corresponde.
La segunda circunstancia es el ciclo electoral. Llegar en esta situación de desacuerdo al 28 de mayo para medir la correlación de fuerzas (o debilidades) de cada uno, tiene el riesgo de conllevar un aumento de incentivos para el desacuerdo. En Sumar esperan que las elecciones autonómicas y municipales confirmen el momento de debilidad de Podemos para negociar a la baja su integración. La cuestión es que esto también puede acabar siendo percibido como un importante motivo a favor de la no integración de Podemos por parte de Sumar si se considera que su coste será pequeño y el resultado positivo. Estas interpretaciones pueden acabar teniendo sus riesgos, ya que ambos actores no competirán directamente en unas elecciones generales previas y todo se basará en hipótesis. Unas hipótesis que pasan por alto que ante un PSOE relativamente fuerte y un Podemos con candidatura propia el espacio para Sumar, más allá de su fuerza, se vería reducido. También porque el estado anímico de la izquierda en su conjunto puede ser desastroso después del 28 de mayo, si además de la presumible caída de Podemos se suma la pérdida de alcaldías como Barcelona y Valencia por parte de los comunes y de Compromís, respectivamente.
En el caso de Podemos, los motivos para el desencuentro parecen obvios. La usurpación del papel predominante en la izquierda española lleva a la supervivencia, ya que los términos de la invitación a la integración no casan con la visión que Podemos tiene de su propia relevancia. Hasta el momento, Podemos parece haber considerado que sumarse al proyecto de Díaz supone un mayor riesgo de desaparición que mantenerse en frente. Es decir, Podemos ve más posibilidad de seguir siendo relevante en su espacio político manteniéndose autónomo que diluyéndose en Sumar.
¿Y el Gobierno de coalición? Esa es la otra cuestión por abordar. Una interpretación en la que se considerase este como el objetivo principal llevaría a apostar por una confluencia que alcanzase el mayor número de votos para este fin. El problema es que esto choca con decantarse por priorizar la disputa por el espacio político que hasta ahora había ocupado Unidas Podemos. Es decir, quién pilota los próximos años de la izquierda española. Es ahí donde ambas opciones pueden priorizar el desacuerdo con el objetivo de conseguir un mayor apoyo electoral, no para el conjunto de la izquierda y para que se sostenga la coalición de gobierno, sino para cada fuerza política pretendiendo imponerse a la otra.
En definitiva, en este momento, tanto los diferentes actores integrados en Sumar como el propio Podemos, pueden tener más incentivos para mantenerse por separado y en el desacuerdo. La interpretación que hagan de sus propias circunstancias en los próximos meses, especialmente, tras el 28M, será decisiva para saber cómo la izquierda española afronta las próximas elecciones generales.