Cartografía política (III): Claves de Portugal, Polonia y Rumanía tras un domingo decisivo
Avances significativos de la extrema derecha, fragmentación del voto progresista y democracias cada vez más tensionadas entre el miedo, la polarización y la urgencia de nuevos liderazgos.
Este domingo, 18 de mayo, tres países europeos —Portugal, Polonia y Rumanía— celebraron elecciones decisivas que han reconfigurado sus mapas políticos y lanzado señales de alerta a toda Europa. Aunque con contextos distintos, las urnas dejaron un mensaje común: la extrema derecha se consolida como actor principal, la fragmentación parlamentaria se profundiza y las democracias liberales resisten, pero cada vez con mayor tensión. Esta newsletter recorre los resultados, analiza sus implicaciones y plantea las preguntas clave que deja una jornada electoral que podría marcar un punto de inflexión.
🇵🇹 Portugal: la derecha gana sin mayoría y Chega empata con el PS
Las elecciones legislativas anticipadas del 18 de mayo de 2025 han confirmado la consolidación de la derecha en Portugal y una preocupante transformación del mapa político portugués, que entierra al bipartidismo existente desde los años 80. La Aliança Democrática (AD) —coalición de centroderecha encabezada por Luís Montenegro— ha ganado con un 32,1 % de los votos y 86 diputados, pero queda lejos de la mayoría absoluta.
La sorpresa de la noche es el ascenso definitivo de Chega, el partido ultraderechista de André Ventura, que empata en escaños con el Partido Socialista (58) y lo supera en varias regiones históricamente progresistas. El parlamento portugués queda profundamente fragmentado, y la gobernabilidad, en entredicho.
Una izquierda descompuesta, una ultraderecha en ascenso
El PS sufre una derrota histórica, castigado por la percepción de inestabilidad y fragmentación interna. Pedro Nuno Santos ve tambalear su liderazgo tras ser superado por Chega en distritos emblemáticos.
Chega gana en bastiones simbólicos de la izquierda como Beja, Faro o Santarém, y se convierte en fuerza hegemónica en muchas áreas rurales y periféricas.
El Bloco de Esquerda, con solo un escaño (Mariana Mortágua en Lisboa), queda reducido a su expresión más mínima. La líder reconoce una “gran derrota” pero anuncia que seguirá liderando el partido.
Livre, con 6 diputados, se erige como principal voz progresista alternativa al PS, mientras que la CDU logra resistir parcialmente con 3 escaños.
Fractura territorial y simbólica
AD gana en 14 distritos, incluyendo Lisboa, Oporto, Braga, Aveiro, Madeira y Azores.
Chega gana en cuatro distritos (Beja, Portalegre, Faro y Setúbal), lugares que hasta hace pocos años eran territorio seguro para la izquierda.
PS solo logra imponerse en Évora.
En Lisboa, AD lidera con 15 diputados, seguida por PS (12) y Chega (11). Todos los partidos del espectro progresista quedan representados por un número simbólico de escaños.
Gobernabilidad incierta
Montenegro descarta gobernar con Chega, pero tampoco alcanza la mayoría con IL. Esto lo aboca a:
Un gobierno en minoría débil, similar al de 2024, con pactos caso por caso.
Un bloqueo institucional si el PS decide no facilitar la investidura.
Un nuevo escenario constitucional, ya que la derecha tiene mayoría suficiente para revisar la Constitución, algo que genera inquietud en sectores progresistas.
Claves
La crisis política que precipitó las elecciones (caso Spinumviva) pasó factura al PS y no al oficialismo, pero también dinamitó la confianza ciudadana en el sistema.
La campaña giró en torno a los temas de Chega: inmigración, inseguridad, corrupción y élites desconectadas.
Las elecciones, según la prensa lusa, fueron “una campaña sobre la extrema derecha, hecha por la extrema derecha, que acabó beneficiándola”.
¿Y ahora qué?
La Constitución impide disolver el Parlamento antes de seis meses, lo que otorga margen para negociar pero no garantiza estabilidad. Si Montenegro logra formar gobierno, será vulnerable. Si no lo logra, Portugal podría encaminarse hacia otro adelanto electoral en 2026, coincidiendo con el fin del mandato del presidente Marcelo Rebelo de Sousa.
🇷🇴 Rumanía elige centro: la matemática del equilibrio
Nicușor Dan, alcalde de Bucarest, matemático de formación y figura política independiente, ha sorprendido a Europa al imponerse en las presidenciales rumanas con un 54% de los votos frente al 46% del ultraderechista George Simion, en una segunda vuelta con la participación más alta desde 1996 (64,7%). Su victoria frena una preocupante deriva populista y reafirma, al menos por ahora, el compromiso del país con los valores democráticos y europeos.
De alcalde de Bucarest a símbolo del voto útil
Dan, doctorado en París, llegó a la política desde la sociedad civil y el activismo urbanístico. Su perfil tecnócrata, su tono pausado y su independencia de los grandes partidos tradicionales lo convirtieron en un candidato eficaz: logró agrupar el voto moderado, liberal y europeísta frente a un adversario radical, divisivo y carismático que había arrasado en la primera vuelta.
“Estas elecciones no son sobre individuos, sino sobre comunidades”, dijo Dan tras conocerse su victoria. “Y hoy ha ganado una comunidad que quiere un cambio profundo en Rumanía”.
Brecha territorial
Los resultados reflejan un país dividido territorialmente, pero también ideológicamente:
Dan ganó con holgura en Bucarest, Ilfov y casi toda Transilvania, regiones más conectadas con Europa, cosmopolitas y educativas. En Harghita y Covasna superó el 84%, y en Cluj, Brașov o Sibiu estuvo por encima del 60%.
Simion dominó en zonas rurales y con menor renta del interior: Oltenia, gran parte de Moldavia y Muntenia. Estos territorios, marcados por el desempleo y el conservadurismo, respondieron a su discurso de soberanía, familia y antimigración.
El trumpismo a la rumana
Simion, de 38 años, lidera el partido ultraderechista AUR. Durante la campaña:
Cuestionó la legitimidad del proceso electoral incluso antes de que se abrieran las urnas.
Se autoproclamó presidente tras conocer las encuestas a pie de urna.
Denunció fraude masivo sin pruebas, citando desde “votos de muertos” hasta presiones hospitalarias.
Llamó a la movilización nacional si “el pueblo rumano es despojado de su victoria”.
Su estrategia recuerda la de Donald Trump en 2020: negación de la derrota, desinformación viral, e intentos de deslegitimación institucional. El uso de redes como Telegram y mensajes amplificados por figuras rusas refuerza la tesis de injerencia extranjera, ya presente en las elecciones anuladas de 2024.
Elecciones tras una crisis constitucional
Esta elección llega tras una grave crisis: en diciembre de 2024, el Tribunal Constitucional anuló las presidenciales ganadas por Călin Georgescu, un candidato abiertamente prorruso y escéptico de la OTAN, por indicios de interferencia extranjera. Simion, lejos de desmarcarse, lo abrazó como figura y prometió hacerlo primer ministro si ganaba.
La elección de Dan es también una respuesta ciudadana a esa deriva autoritaria, un intento de restaurar confianza y estabilidad institucional.
Europa respira… con cautela
Para la Unión Europea, el resultado es un alivio estratégico. Rumanía, país clave en la frontera oriental, sigue comprometida con la ayuda militar a Ucrania, el alineamiento con Bruselas y la OTAN, y el rechazo a cualquier forma de aislacionismo nacionalista.
Pero la alta votación de Simion (46 %), la viralidad de sus mensajes y su negativa a aceptar el resultado advierten: la tentación populista no ha sido derrotada, solo contenida.
🇵🇱 Polonia: Trzaskowski lidera por la mínima en una nación polarizada
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Polonia, celebrada el 18 de mayo, ha dejado un país profundamente dividido y un escenario incierto de cara a la segunda vuelta del 1 de junio. El liberal y europeísta Rafał Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia y figura destacada de la Plataforma Cívica del primer ministro Donald Tusk, obtuvo el 30,8% de los votos, seguido muy de cerca por Karol Nawrocki, apoyado por el ultraconservador partido Ley y Justicia (PiS), con un 29,1%.
Aunque Trzaskowski lidera, su ventaja es menor de lo esperado, y el bloque opositor al gobierno de Tusk —formado por fuerzas ultraconservadoras y de extrema derecha— suma más votos que el oficialismo, lo que convierte la segunda vuelta en una auténtica batalla por cada sufragio.
Geografía del voto: dos Polonias
Trzaskowski ganó en 10 voivodías, principalmente en el oeste y norte del país: zonas más urbanas, con mayor exposición a medios independientes y vínculos económicos con Europa. Destacan Mazovia (Varsovia), Pomerania y Baja Silesia.
Nawrocki venció en 6 regiones, en su mayoría del este y sureste, como Subcarpacia y Lublin: territorios rurales, más conservadores y receptivos al discurso nacionalista y soberanista.
Este patrón reproduce la división estructural entre la “Polonia liberal” y la “Polonia tradicionalista”, que ha definido las elecciones de la última década y, también, de las elecciones parlamentarias de 2023.
¿Quién vota a quién? El retrato del electorado
Los sondeos revelan un mapa electoral claramente segmentado por edad, género, territorio y nivel educativo:
Jóvenes (18–29 años): votaron mayoritariamente por Sławomir Mentzen (extrema derecha) y Adrian Zandberg (izquierda alternativa). Si ellos decidieran, Mentzen y Zandberg habrían pasado a segunda vuelta.
Mujeres: mostraron mayor apoyo a Trzaskowski, mientras que Nawrocki y Braun tuvieron mejores resultados entre hombres.
Ámbito rural: tendencia clara hacia Nawrocki y Mentzen.
Ciudades grandes: Trzaskowski fue dominante, especialmente en Varsovia.
El mapa de alianzas: Mentzen y los márgenes
El resultado final dependerá de cómo se redistribuyan los votos de los candidatos eliminados:
Sławomir Mentzen, líder de extrema derecha (15,4%; y el más votado entre los menores de 30 años), es la figura clave. Nawrocki ya le ha tendido la mano apelando a una “Polonia soberana y segura”.
Grzegorz Braun, el antisemita que irrumpió con un 6,2%, es afín a Nawrocki y probablemente lo respaldará.
Szymon Hołownia (4,8%) y Magdalena Biejat (4,1%), aliados en la coalición gobernante, ya han mostrado simpatía por Trzaskowski, pero no se espera una movilización automática de sus votantes.
Adrian Zandberg, de la izquierda no alineada, con un 5,2%, mantiene una posición ambigua.
“El juego por todo acaba de comenzar. Una lucha dura por cada voto. Estas dos semanas decidirán el futuro de nuestro país”, advirtió Donald Tusk en X.
¿Castigo a Tusk o clivaje ideológico?
Más allá del resultado numérico, la primera vuelta ha dejado entrever un malestar creciente con el gobierno de Tusk: parte del electorado considera que las reformas no avanzan lo suficiente o que las políticas económicas siguen beneficiando a las élites urbanas.
La presidencia, por tanto, puede convertirse en el contrapeso institucional que la oposición busca para ralentizar la agenda reformista y europeísta del gobierno. Una victoria de Nawrocki consolidaría un frente populista-conservador fuerte en las instituciones clave.
Europa en juego
El resultado del 1 de junio no solo marcará el rumbo político de Polonia, sino también su posición en la UE. Trzaskowski representa la continuidad con Bruselas y el apoyo firme a Ucrania. Nawrocki, por el contrario, encarna una línea soberanista, crítica con las normas comunitarias, los derechos de las minorías y los estándares democráticos europeos.
Las recientes elecciones en Portugal, Polonia y Rumanía dibujan un escenario compartido: auge del voto reaccionario, erosión de los partidos tradicionales, y una ciudadanía fragmentada entre el miedo, la fatiga y la esperanza. No son solo comicios locales: son sintomáticos de un clima político europeo donde la batalla entre autoritarismo populista y democracia liberal se libra voto a voto, región por región, símbolo por símbolo.
En este momento de fragilidad democrática, la movilización cívica, el periodismo riguroso y la pedagogía política son más necesarios que nunca.
Muy buen análisis
Saludos, Eduardo.
He leído algunos artículos y merecen seguimiento, pues los veo con contenido y profundidad, sobre temas que no suelen llegarnos. Ahora bien: la omisión del " (-auto) golpe de Estado" suave que ha tenido en Rumania me parece debe señalarse. No fue una crisis constitucional (o sí, según se entienda esto); fue una anulación de unas elecciones por parte de ciertas instituciones rumanas (probablemente, influidas por otros actores extranjeros) sin fundamento jurídico. En otras palabras: no fue una "salvaguardia" de las democracias, fue un ataque directo al proceder democrático blanqueado y distorsionado por aquellos que dicen "defender la democracia".