El Congreso del PP y el liderazgo de Feijóo: ¿Renovación o huida hacia adelante?
La convocatoria del Congreso del PP reabre un viejo debate: ¿tiene rumbo el partido bajo la batuta del líder gallego?
El Partido Popular celebrará su Congreso Nacional los días 5 y 6 de julio en Madrid. Convocado con carácter extraordinario, incluirá ponencias ideológicas y estatutarias que, en condiciones normales, solo se debaten en congresos ordinarios. La decisión, justificada como una “preparación para el próximo ciclo electoral”, ha sido tomada en un contexto de creciente tensión interna, desgaste del liderazgo de Alberto Núñez Feijóo y presión pública desde dentro del partido, especialmente por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Pese a los intentos de proyectar firmeza, el Congreso revela más incertidumbres que certezas. Su convocatoria anticipada, la modificación del reglamento interno y el giro discursivo hacia una oposición más agresiva por el temor a Vox, no apuntan a un impulso renovador, sino a una operación de blindaje político y orgánico.
1. Un congreso para reforzar un liderazgo en retroceso
La convocatoria del Congreso no parece responder a una estrategia de renovación interna, sino más bien a una maniobra defensiva por parte de Feijóo para consolidar su liderazgo en un momento de creciente cuestionamiento. Aunque Feijóo ha afirmado que se trata de una decisión "meditada desde hace tiempo", su anuncio se produjo pocas horas después de que Ayuso sugiriera públicamente la necesidad de convocar el congreso, indicando que "si hay runrún, es que conviene". Este episodio evidencia cómo Ayuso continúa marcando el ritmo político dentro del partido, subrayando las tensiones existentes entre la dirección nacional y las baronías autonómicas.
El liderazgo de Feijóo ha sido objeto de críticas tanto internas como externas. Una encuesta de GAD3 para ABC publicada en octubre de 2024 reveló que el 77% de los votantes del PP considera que la labor de oposición del partido debería ser más contundente, lo que sugiere una percepción de falta de firmeza en la estrategia de Feijóo. Además, el Barómetro de abril de 2025 del CIS indica que solo el 9,8% de los encuestados prefiere a Feijóo como presidente del Gobierno, frente al 24,7% que se inclina por Pedro Sánchez.
En este contexto, el Congreso de julio se perfila más como una táctica para blindar el liderazgo de Feijóo que como una oportunidad para abrir un debate interno o renovar el proyecto político del PP. La inclusión de reformas estatutarias, como la modificación del sistema de primarias para reducir la participación directa de la militancia, refuerza esta percepción de recentralización del poder en la cúpula del partido.
Más que demostrar fortaleza, la convocatoria del Congreso revela las fragilidades de un liderazgo que busca revalidarse antes de que sus debilidades se hagan más evidentes.
2. Un reglamento a medida: recentralización y control
Uno de los puntos clave del congreso será la reforma estatutaria. Feijóo quiere modificar el sistema de primarias y volver al modelo de votación indirecta: que decidan los compromisarios y no las bases. De este modo, la dirección recuperaría el control pleno del proceso de liderazgo, enterrando el modelo implantado tras la guerra interna de 2018 entre Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría. Este giro supone en el futuro un retroceso en la participación interna y anticipa cierres de filas desde arriba.
Con esta reforma, que se aplicará en los siguientes congresos del partido, el PP abandona el sistema de primarias una vez que los modelos de hiperliderazgos se han impuesto y la narrativa en torno a la participación de las bases y las primarias ha desaparecido del debate público.
3. Un debate ideológico en falso
A diferencia del congreso de 2022, el de julio sí incluirá una ponencia política. Teóricamente, se debatirán cuestiones de fondo como el aborto, la eutanasia, los vientres de alquiler o la relación con Vox (el que sigue siendo gran dilema de los populares). Pero más que un debate abierto, todo apunta a un guion controlado para resolver diferencias sin fracturas visibles.
Feijóo aspira a mostrarse como un líder de consenso, pero no ha conseguido articular un posicionamiento ideológico claro ni frente al PSOE ni frente a Vox. Ha oscilado entre una oposición templada y gestos de endurecimiento que no terminan de cuajar. En muchos gobiernos locales, el PP sigue dependiendo del apoyo de Vox, mientras en el plano nacional mantiene una ambigüedad calculada que debilita su perfil político. El riesgo es evidente: una línea demasiado dura puede tensar a los votantes moderados; una línea ambigua, reforzar a Vox.
4. Sin proyecto reconocible, con urgencias electorales
El Congreso llega en un momento en que el PP carece de un relato estructurado. La estrategia de oposición basada en el desgaste de Sánchez tiene techo. Los datos de los sondeos siguen sin mostrar una mayoría holgada que le permita gobernar. Queda claro que no basta con señalar la crisis del adversario si no se ofrece una visión alternativa de país.
Feijóo habla de “activar el modo futuro” y “dar confianza a las instituciones”, pero no define un proyecto económico, ni una propuesta territorial, ni un modelo social diferenciado. En un escenario de fragmentación del voto, polarización electoral y fatiga democrática, el PP necesita algo más que discursos reactivos. Y, de momento, no la hay.
5. Fracturas territoriales y calendario incierto
Tras el Congreso nacional, se abrirá una cascada de congresos regionales y provinciales, algunos de ellos especialmente delicados. Por ejemplo, Génova debe resolver la situación en la Comunidad Valenciana, la cual se ha vuelto insostenible para Carlos Mazón está cada vez más cuestionado.
Feijóo, que se rodea aún de su núcleo duro gallego, no ha logrado construir una red sólida de apoyos territoriales que equilibre al partido. Muchos barones callan, pero no por convicción, sino por prudencia. El Congreso puede ofrecer una foto de unidad, pero no resolverá las fracturas internas que siguen latentes o los liderazgos territoriales de Ayuso y Juanma Moreno Bonilla.
Conclusión: Entre el espejismo y el cierre en falso
Feijóo ha dicho que quiere pasar “del cónclave del Papa al cónclave del PP”. Pero el humo blanco que salga de Ifema en julio puede ser solo eso: humo. Ni los gestos de unidad, ni la recentralización estatutaria, ni el endurecimiento del discurso suplen la falta de visión.
El PP se organiza para las elecciones. Pero no está claro cuándo serán. Tampoco qué ofrece. No hay relato sólido. No hay movilización real de las bases. Solo una dirección que intenta controlar el tiempo político.
¿Renovación o huida hacia adelante? El Congreso de julio responderá a esa pregunta. Aunque muchos en el partido —y fuera de él— ya intuyen la respuesta.
Un solo pero al análisis, Díaz Ayuso no ha marcado el paso, avisada por su trilero de la decisión que se iba a tomar ha pretendido adelantarse y los medios han caído en la trampa de decir que le marca el paso al líder
Fantástico análisis